Un blog de poesía sencilla y otras cosas para todos aquellos a los que les guste apoyarse, al menos una vez al día, en el alféizar de una ventana a ver pasar la vida.

Cuando llega la noche y mis manos cantan




LAS HADAS SIEMPRE LLEGAN TARDE





Me dijeron que las hadas nunca llegan tarde
que llegan volando
entre ruidos de campanillas
y espolvoreando polvo mágico
encima de las cabezas de los niños.
Me dijeron que las hadas son invisibles,
que solo puedes ver sus destellos
reflejados
sobre las gotas frescas de rocío
alguna mañana en que se despistan
y remolonean sobre las flores del bosque.
Pero ellos
-los que me contaron esas mentiras-
no escriben poesías,
ni sueñan despiertos en el alféizar de una ventana
de un piso de una ciudad cualquiera.
Las hadas llegan siempre tarde
(hacia las dos de la mañana
solemos tener conversaciones divertidas)
se enredan entre mi pelo
y juguetean al lado de los lóbulos de mis orejas
susurrándome racimos de letras
que se convierten en canciones entre mis dedos.
Las hadas siempre llegan tarde
y trasnochan conmigo hasta altas horas de la madrugada.

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