Un blog de poesía sencilla y otras cosas para todos aquellos a los que les guste apoyarse, al menos una vez al día, en el alféizar de una ventana a ver pasar la vida.

A todas las zorras.





SIN METÁFORAS


Quisiera contarte, de una forma sencilla,
por qué soy una zorra,
por qué estoy de vuelta
y ya no me sonrojo
ni desaparezco bajo un manto negro
cuando me señalan con el dedo.

Podría explicarte cómo salía de la sala
invicta,
poderosa,
con la fuerza del animal salvaje
que habita en mis venas.

Cómo caminaba con la cabeza alta,

                             ¡Siempre alta nena! -me decía mi madre-

y, en un momento, me quedaba a ras del suelo
retorciendo un mechón entre mis dedos
como cuando era chiquita.

Cómo los susurros roncos
reptaban por los pasillos,
esos pasillos que conceden oscuridad
y esquinas suficientes a los cobardes,
deslizándose hasta mis oídos
para envenenarlos.

A ti podría explicarte: no era una zorra 
¡joder!,
solo era mejor que las corbatas
que invadían mis sueños.
  
Ahora, 
cuando por cansancio he decido vivir sin miedo,
cuando no me conformo con poco.
Ahora,
cuando soy una zorra
¡Qué tengan cuidado con mis dientes!

Zorra, puta y guarra.
Astuta, libre e inteligente.

                           ¡Siempre alta nena!-me decía mi madre-

Te lo cuento porque estoy de vuelta,
aún sin haber ido…….



A cuatro manos y dos cabezas.....




NUESTRO MUNDO

Anochece,
dibujo dinosaurios luminosos
con mi pincel sobre el techo.
Los pterodáctilos vuelan
y acechan los megalodones
en el fondo de tu vaso.
Recordamos cuando entrenábamos gorgosaurus
y montábamos sobre velociraptores
mientras los procoptodones
saltaban entre nosotros.
Somos ligeros como plumas
y flotamos sobre la cama.
Nos reímos del miedo en su cara.
¿Sabes?
Nuestra habitación es increíble
y puedes soñar lo que tú quieras.


ALGÚN DÍA....


PROMESAS


A partir de este momento,
te lo prometo,
no descansaré hasta verte envuelta en niebla.
La memoria me llevará
hasta un paisaje donde la paz escasea
donde se amontonarán las sombras
ocres,
blancas y sepias;
donde las raíces de los árboles
cubrirán tu rostro macilento
mientras tu boca vocifera.
Te prometo,
que algún día,
alzaré tu mortaja por bandera.
Tengo infinita paciencia.