LA FELICIDAD ERA ABURRIDA
Felicidad era aquello
que un día pensé aburrido.
Sentarme en mi sofá desgastado,
beberme una taza de té
mientras mirábamos la película
que tú habías bajado
el día anterior,
arropar por la noche a nuestros hijos
y luego ir recogiendo
aquel reguero de ropa
para guardarla, amontonada,
en nuestro armario,
siempre desordenado como mis libros.
Felicidad no consistía en aquello
que describían
los grandes aventureros,
no iba vestida de caqui
y con sombrero a lo Indiana Jones.
Felicidad era aquello que se escondía
detrás de la puerta de nuestra casa
y tenía olor a sábanas
recién planchadas.
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